Soga de salvamento verde. Radical idea podría salvar los ecosistemas del mundo.

lunes, 22 de febrero de 2010

0 comentarios

Publicado en el periódico británico The Guardian el 1 de julio de 2008

 


 Julio, 2008. Pero estos miedos se basan en una asunción falsa: que existe una alternativa barata a una economía verde. La semana pasada New Scientist publicó una encuesta a expertos de la industria del petróleo donde se mostraba cómo la mayor parte de ellos creen que los suministros globales de petróleo alcanzarán su pico antes de 2010 (3). Si están en lo cierto, el juego ha empezado. Un informe publicado por el Ministerio de Energía de EEUU en 2005 sostenía que, a menos que el mundo inicie un programa intensivo de reemplazos 10 o 20 años antes del pico del petróleo, una crisis “diferente a cualquiera a la que haya hecho frente antes la sociedad industrial moderna” es inevitable (4).

 

Si el mundo está cayendo en la recesión es, en parte, porque los gobiernos creyeron que podrían elegir entre la economía y la ecología.


El precio del petróleo está así de alto y duele tanto porque no ha habido un esfuerzo serio por reducir nuestra dependencia. Ayer en The Guardian, Rajendra Pachauri sugirió que una recesión inminente podría forzarnos a enfrentar los defectos de la economía global (5). Pero parece que, tristemente, hasta ahora ha generado el efecto opuesto: una encuesta reciente de Ipsos Mori sugiere que la gente está perdiendo el interés por el cambio climático (6). Las oportunidades para el populismo de la energía abundan: no pasará mucho tiempo antes de que alguno de los principales partidos abandone el débil consenso verde y empiece a invocar una cornucopia de petróleo que no puede ser posible.

El gobierno británico mantiene ambas posiciones a la vez. En su discurso de la semana pasada, Gordon Brown dijo que él quiso “facilitar una reducción en los precios del petróleo globales a corto plazo” mientras intentaba “reducir progresivamente nuestra dependencia del petróleo” (7). Él sabe que el primer objetivo hace al segundo más difícil de alcanzar. La política del gobierno es construir más de todo - más plantas de carbón, una energía más atómica, más plataformas petroleras, más energías renovables, más caminos, más aeropuertos - y espera que nadie señale las contradicciones.


¿Hay una salida? ¿Podríamos abandonar la economía del combustible fósil sin provocar un contragolpe devastador?

Dos cosas son obvias. Necesitamos un sistema global, y el actual, el protocolo de Kyoto, está roto. No fija ningún tapón en la contaminación global del carbono, sus objetivos no guardan ninguna relación con la ciencia actual y no es ejecutable de ningún modo, contiene lagunas jurídicas y cláusulas con vías de fuga tan amplias como para que un buque de petróleo navegue a través.
Hasta hace poco tiempo apoyé un sistema alternativo llamado contracción y convergencia. Este sistema propone que cada país debería terminar con la misma cuota de dióxido de carbono por persona. Los países más ricos deben producir mucho menos de lo que hacen hoy; los más pobres podían contaminar más. Otra propuesta surge lógicamente de ésta: racionar el carbono. Una vez asignada su cuota de carbono, cada nación la dividiría en partes iguales entre sus ciudadanos, que podrían utilizarla para comprar energía o para negociarla entre sí mismos. Estas ofertas tienen el mérito de capsular la contaminación global, de ser justas, progresivas y fáciles de entender y de animarnos a pensar en nuestro uso de la energía.
Pero, después de leer las pruebas de un libro del pensador independiente Oliver Tickell, que será publicado este mes, he cambiado de opinión. En "Kyoto2: cómo manejar el invernadero global", Tickell mata mis ideas preferidas (8). demuestra que no hay una base lógica para dividir el derecho a contaminar entre naciones estado. Les da demasiado poder sobre esta materia, y no hay garantía de que traspasen los derechos de contaminación a sus ciudadanos, o que utilicen el dinero que recolectaron para enverdecer la economía. El racionamiento de carbono, argumenta el autor, requiere un nivel de instrucción económica que está lejos del nivel universal en las economías más avanzadas, y aún menos en los países donde la mayoría de la gente no tiene ni cuentas bancarias.

En su lugar, Tickell propone establecer un límite global para la contaminación del carbono, y vender los permisos de contaminar a las compañías que extraen o que refinan los combustibles fósiles.

Esto tiene la ventaja de tener que regular algunos miles de corporaciones -las que hacen funcionar refinerías de petróleo, lavaderos de carbón, los gaseoductos y los trabajos con cemento y fertilizantes, por ejemplo-, en lugar de regular a miles de millones de ciudadanos. Estas empresas comprarían sus permisos en una subasta global, gestionada por una coalición de los bancos centrales del mundo. Hay un precio de reserva, para asegurarse de que no baja demasiado el coste del carbono, y un precio tope, en el cual los bancos prometen vender permisos, para asegurarse de que el coste no lisia la economía global. En este caso, las compañías estarían pidiendo prestados permisos de futuro. Pero como el dinero recolectado sería invertido en energías renovables, la demanda por los combustibles fósiles bajaría, así que pocos permisos necesitarían ser publicados en los posteriores años.
Tickell calcula que si el tope fuera fijado bastante bajo para asegurar que el mundo sea neutral en emisiones de carbono antes de 2050, el coste total de los permisos sería de cerca un trillón de US$ al año, cerca de un 1,5% de la economía global. El dinero se gastaría en ayudar a los pobres a adaptarse al cambio climático, en pagar a países para proteger sus bosques y otros ecosistemas, al desarrollo de los cultivo bajos en emisiones de carbono, en promover el rendimiento energético y a la construcción de centrales de energía renovable.

 

Pero su propuesta parece demasiado baja.

 

Como muchos de los científicos climáticos del mundo, Oliver Tickell propone que la concentración de gases de efecto invernadero sea estabilizada eventualmente en 350 partes por millón (equivalente de dióxido de carbono) en la atmósfera, y sus cálculos se basan en este objetivo. La semana pasada Lord Stern sugirió que resolver un objetivo menos exigente (500 partes por millón) costará el 2% del producto interno bruto mundial (9). Si el precio de los permisos de carbono vendidos en la subasta fuera mucho más alto que el que Tickell sugiere, el dinero adicional se podría utilizar para devoluciones de impuestos masivas y gasto social, dirigido especialmente a los pobres. Pero ¿el mundo podría sostenerlo?
Este dinero no desaparece, se gasta. La propuesta de Tickell podría representar una solución keynesiana clásica a la crisis económica. Los uno, dos o incluso los cinco trillones de US$ que costaría el sistema, serían usado para dar un rápido arranque a la revolución industrial verde, a un Nuevo Acuerdo (New Deal) no tan diferente del original (cuyo más acertado componente fue el Roosevelt’s Civilian Conservation Corps -Cuerpo Civil de Conservación Roosevelt-, que protegió bosques y tierras de labrantío (10)). Ésta no sería la primera vez que las empresas son rescatadas por las medidas a las que más insistentemente se resisten: hay una larga historia de lobby corporativo contra una clase de gasto público que, finalmente, acaba salvando a esta misma economía corporativa.

¿Querríamos salvar esta economía corporativa, incluso si pudiésemos?

Es duro ver cómo el índice de crecimiento global actual de 3,7% al año (que significa que la economía global se dobla cada 19 años) se podría sostener (11), incluso si todo el sistema fuera accionado por el viento y el sol. Pero ésta es una pregunta para otra columna y quizás otra hora, cuando el pánico económico actual haya disminuido. Por ahora tenemos que encontrar medios de salvarnos de nosotros mismos.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Referencias:
1. BBC Online, 30 Junio 2008. Green target ‘to hike fuel bills’. http://news.bbc.co.uk/1/hi/business/7480204.stm
2. Juliette Jowit and Patrick Wintour, 26 Junio 2008. Cost of tackling global climate change has doubled, warns Stern. The Guardian.
3. Ian Sample, 25 Junio 2008. Oil: The final warning. New Scientist.
4. Robert L. Hirsch, Roger Bezdek y Robert Wendling, Febrero 2005. Peaking Of World Oil Production: Impacts, Mitigation, & Risk Management. US Department of Energy. Est informe se escapó y encontró de forma original su estilo en este sitio: http://www.hilltoplancers.org/stories/hirsch0502.pdf
5. Rajendra Pachauri, 30 Junio 2008. The world’s will to tackle climate change is irresistible. The Guardian.
6. Juliette Jowit, 22 Junio 2008. Poll: most Britons doubt cause of climate change. The Observer.
7. Gordon Brown, 26 Junio 2008. Creating a low carbon economy. http://www.number-10.gov.uk/output/Page15846.asp
8. Oliver Tickell, próximamente. Kyoto2: how to manage the global greenhouse. Zed Books, Londres.
9. Juliette Jowit y Patrick Wintour, ibid.
10. Neil M Maher, 2008. Nature’s New Deal. Oxford University Press.
11. http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/so/2008/res040908a.htm

 

George Monbiot

Momento del Plan B

viernes, 19 de febrero de 2010

1 comentarios

Earth Policy Institute publications

 

Cuando los líderes políticos prestan atención

a la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono para frenar el calentamiento global, se preguntan: ¿Qué reducción es políticamente viable? En el Earth Policy Institute nos preguntamos algo diferente: ¿Qué reducción es necesaria para evitar los efectos más peligrosos del cambio climático? Fundación Tierra ha traducido al castellano "Time for Plan B: cutting carbon emissions 80% by 2020", un plan para reorientar la acción política hacia la reducción real y útil de emisiones.

 

El Plan B plantea que es posible reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 80% para el año 2020. La eficiencia y las energías renovables son dos de las claves para lograrlo.

 


Acabar con la deforestación en el mundo y gestionar suelos y bosques de manera sensible con el cambio climático son dos de las propuestas del Plan B que permitirían reducir más de un 30% nuestras emisiones actuales.

Enero, 2009. Al quemar combustibles fósiles y destruir los bosques, emitimos gases de efecto invernadero, sobre todo dióxido de carbono (CO2), a la atmósfera. Estos gases capaces de atrapar el calor están provocando el calentamiento del planeta, poniendo en marcha cambios que nos están llevando más allá de los límites climáticos dentro de los que nuestra civilización se desarrolló.
No podemos permitirnos dejar que el planeta se caliente mucho más. A las temperaturas actuales, ya elevadas, las enormes capas de hielo de Groenlandia y del oeste de la Antártida –que juntas contienen suficiente agua como para elevar el nivel del agua 12 metros– se están derritiendo a una velocidad creciente. Por todo el mundo, los glaciares están menguando y en riesgo de desaparecer, incluidos los de las montañas de Asia, cuyos hielos fundidos alimentan los mayores ríos del continente durante la estación seca.


 

Retrasar la acción sólo traerá daños mayores. Es el momento del Plan B. Como alternativa al modo como se han hecho las cosas hasta ahora, el Plan B llama a reducir las emisiones netas de dióxido de carbono en un 80 % para 2020. Esto nos permitirá impedir que la concentración de CO2 en la atmósfera, que ya es de 384 partes por millón (ppm), supere las 400 ppm, y mantener así al mínimo el futuro aumento de la temperatura global. 
Reducir las emisiones de CO2 un 80 % para el año 2020 requerirá una movilización a nivel mundial y a una velocidad de tiempos de guerra. Primero, invertir en eficiencia energética nos permitirá impedir que la demanda energética global siga creciendo. Entonces, podemos recortar en un tercio las emisiones de carbono sustituyendo los combustibles fósiles con recursos energéticos renovables para la producción de electricidad y calor. Un descenso suplementario del 14 % viene de la reestructuración de nuestros sistemas de transporte y de la reducción del uso del carbón y el petróleo en la industria. Acabar con la deforestación neta a nivel mundial puede reducir las emisiones de CO2 otro 16 %. Por último, plantar árboles y gestionar suelos para secuestrar carbono puede absorber el 17 % de nuestras emisiones actuales.
Ninguna de estas iniciativas depende de nuevas tecnologías. Sabemos que lo que hay que hacer es reducir las emisiones de CO2 un 80 % para el año 2020. Lo único que se necesita ahora es liderazgo. El Earth Policy Institute ha elaborado un completo informe para orientar la acción mundial y lograr este objetivo de reducción del 80% de las emisiones para el año 2020. La Fundación Tierra ha traducido al castellano esta publicación para ponerla a disposición de los lectores de su portal Terra.org y favorecer la difusión del mensaje del Plan B. Descárgate el informe completo en pdf y hazlo circular, porque ha llegado el momento de poner en marcha el Plan B.

 

>> Descargar el documento "El momento del Plan B"

 

Lester R.Brown, Janet Larsen, Jonathan G. Dorn y Frances C. Moore
Earth Policy Institute

www.earth-policy.org

Vida de Impacto ecológico bajo

martes, 16 de febrero de 2010

0 comentarios

Este articulo lo lei en Terra.org  y me pareció importante compartirlo con ustedes. Vale la pena, porque podemos aprender mucho. Nosotros tambien podemos formar parte de los ecologistas con vida casi no contaninante.

 

En los últimos años diversas familias en países del Primer mundo se lanzaron a ensayar un año con un estilo de vida de impacto bajo. La prensa los ha llamados no impact man, pero la realidad, a este fenómeno ecosocial deberían llamarse familias de bajo impacto (FLI, en inglés o FBI en castellano). Estas familias han abierto parte de su intimidad en blogs, libros y/o documentales recopilando la experiencia. Han sido el centro de atención de algunos medios de comunicación por una temporada y objeto de reportajes. Pero, la cuestión clave es que pasa después del experimento y sobretodo que es lo que aportan estas experiencias para que otras personas puedan implicarse en una estilo de vida de impacto bajo. ¿Qué consejos ecológicos son realmente asumibles para un occidental y hasta donde se puede llegar?. Hemos recopilado la información esencial de tres proyectos vitales en esta línea.

 

Una vida sin petróleo: la experiencia de la familia finlandesa

El objetivo, aparentemente inocuo: un año sin consumir productos fabricados con combustibles fósiles. El cineasta John Webster (1967), junto a su esposa Anu y sus dos hijos, con el símbolo inicial de despedirse del coche familiar, renuncian a cualquier producto que contenga o venga envasado en plástico o derivado del petróleo. Su experiencia será objeto del documental Recipes for disaster, un film con un buen tono de humor, porque su autor considera que sólo con esta actitud podemos superar el estupor de la realidad ambiental a la que debemos hacer frente. Un estilo de vida bajo en carbono se considera que consume 3 tn de CO2 año. El estilo de vida español está en 9 toneladas, el finés en 13 toneladas y el americano en 22 toneladas.

El experimento de esta familia finlandesa se inició el 28 de septiembre de 2006 y algo de lo primero que aprendieron fue que dejando aparcado el coche cada día para ir a la trabajo y a la escuela de otra forma podían reducir 8 kg de CO2. Adoptar la bici y el transporte público les obligó a cambiar muchos hábitos familiares, pero también les proporcionó más tiempo para vivir como familia. Basa su experimento en 7 recetas para un dieta baja en carbono y seguir siendo felices. El consumo de productos envueltos o con envase de plástico fue su principal obsesión para eliminarlos. Así por ejemplo, las patatas fritas fueron eliminadas de su dieta porqué en Finlandia no se venden a granel en churrerías.

Parte de una reflexión sincera de que había que hacer algo sobre como reducir las emisiones que conducen al efecto invernadero y por tanto al calentamiento global. En este sentido recopila un estudio americano sobre el miedo a un desastre por parte de las personas que viven bajo la influencia de una gran presa. Pues resulta que los que están más cerca y que les cogería por sorpresa a penas estaban preocupados y en cambio los que más lo estaban eran los más alejados y que como mucho les entraría un poco de agua. Y es que las personas tendemos a no pensar cuando la amenaza es realmente grave. Eso es lo que parece suceder frente al cambio climático. Podemos imaginar que los efectos pueden ser tan graves que simplemente nos evadimos con excusas ya sea de que no podemos hacer nada o simplemente no será para tanto. Cuando hay que optar entre lo conocido y lo desconocido, incluso frente a un desastre como puede ser el hundimiento del barco en el que uno viaja, la mayoría no se sube a los botes hasta el último momento, porqué entre lo desconocido (una nueva situación) prefieren aferrarse a lo conocido ni que sea la peor opción y especialmente si el hundimiento es lento.

 

zoom

Las aportaciones de los Webster

•Renunciaron a los viajes en avión (que triplica en gases de efecto invernadero al de cada asiento en coche), pero se tomaron unas vacaciones ecológicas en Italia; el trayecto lo hicieron en tren y barco consumiendo sólo 180 kg y ahorraron el equivalente de usar 6 meses al coche);
•No cortaron la electricidad, pero contrataron electricidad verde e incrementaron la eficiencia en la climatización;
•Utilizaron aceite vegetal para el motor diesel del vehículo y para la lancha que les permitía ir a la casita del lago;
•Instalaron un panel solar para la casita del lago y poder ver en algún momento del fin de semana la televisión;
•Centraron su vivencia especialmente en el rechazo a cualquier producto plástico y/o de sustancias químicas derivadas de los combustibles fósiles;
•Usaban champú de una marca que lo hacía en pastilla y la pasta de dientes se la fabricó el mismo.

 

Los logros

Al final pudieron reducir unos 3.500 kg de CO2 (a pesar de todo lo experimentado y de ciertos sacrificios sólo pudieron rebajar las emisiones en un 52 %). Sin embargo, este ejercicio les ha impulsado a mantener muchos de los hábitos que adoptaron durante el año en que experimentaron, especialmente, en lo referente al rechazo de los viajes en avión, al rechazo de los productos envasados y a hacer un uso racional de la energía. Su experimento nos lega un documental de gran calidad, entrañable y con un guión inteligente a pesar de haber sido realizado con pocos medio. Después de esta experiencia John Webster se puso a construir una nueva casa con criterios ecológicos para su familia en Espoo.

 

No impact man: vivir con una vida de impacto bajo en Nueva York
La experiencia de No impact man se inicia no para conformarse en no emitir carbono, sino porque Colin Beavan (1967), doctor en física aplicada y escritor, junto a su familia les plantea “no producir ningún tipo de impacto ambiental y en crear un impacto positivo", por lo que, además, se proponía compensar el impacto negativo implicándose en proyectos tales como plantar árboles, donar dinero a las ONG de activismo ecológico, etc. Cuando inicia el experimento tenía 42 años y se definía como un pardillo en el tema. De todos modos, su experiencia con su esposa Michelle, su hija de dos años, Isabella y Frankie era la de ir avanzando gradualmente y asumiendo los retos que se les planteaba por reducir su impacto ecológico. Iniciaron su experiencia a finales del 2006 y se terminó en las navidades del 2007.

 

No impact man o las aventuras de un progre con complejo de culpa que intenta salvar el planeta. La crisis climática nos afecta a todos. Foto del documental.

Sus aportaciones

•No subir pisos sino fuera a pié. La excepción era el ascensor que tomaba su esposa para subir a la planta 42 en dónde trabajaba. Usar la bicicleta y el patinete en todos los desplazamientos;
•Se negaron a realizar desplazamientos en transporte público (metro, bus, tren o taxi) y por supuesto nada de tomar aviones. Por este motivo renunciaron a las tradicionales encuentros familiares del Día de Acción de Gracias;
•Comida local y de no más de 200 km de distancia y con una dieta vegetariana;
•Durante 6 meses estuvieron sin electricidad, aunque durante todo el año del experimento eliminaron el aire acondicionado, lavadora, la televisión, el frigorífico y el congelador y se iluminaron con velas de cera de abeja, aunque también instalaron un panel fotovoltaico para suministrar energía al ordenador portátil;
•Dejaron de comprar de cosas nuevas, evitaron los productos que procedieran de la tala de árboles, envases y embalajes de plástico; sólo mantuvieron la compra de calcetines y ropa interior;
•Dejaron de consumir comida preparada y de restaurantes y se implicaron en un huerto comunal;
•Uno de sus símbolos fue el tarro de vidrio para café y agua;
•La reutilización del agua, pero sobretodo no beber agua embotellada y siempre del grifo;
•Utilizar productos que no fueran nocivos para las aguas grises, como el bicarbonato como dentífrico y el jabón artesanal para lavarse;
•La climatización era con caldera comunitaria de gasóleo instalada en los bajos de su edificio y al no poder usarla con biocombustibles apagaron los radiadores y se dieron cuenta que incluso en invierno algún día tuvieron que abrir las ventanas;
•Eliminar el uso del papel higiénico, sin duda una de las medidas que se convirtió en el símbolo de la mayoría de los reportajes que les hicieron.

 

zoom

Sus conclusiones

•Asumir que la tecnología puede ser parte de la solución, pero no va a dar solución al grueso del problema ya que este exige cambiar la forma de vivir.

•Decantarse por las nuevas tecnologías sin valorar el estilo de vida seguiremos en más de lo mismo, sólo que “atascados con coches eléctricos”. Si utilizamos la tecnología sólo para reconstruir el sistema actual de modo que perdure en el tiempo, nos perdemos la oportunidad de cuestionarnos si el sistema actual realmente proporciona una buena vida o en realidad nos perdemos la oportunidad de llenar un planeta feliz de gente feliz.

•Insiste en la necesidad de averiguar en qué consiste una buena vida de verdad y, a partir de ahí rediseñar nuestros sistemas sociales y tecnológicos para hacerlo posible.

•Valora que el hecho de que nuestras acciones individuales no se recuerden no quiere decir que no sean indispensables, porqué la acción colectiva no es más que la suma de las acciones individuales, y la acción individual no excluye la implicación colectiva, porqué las dos deben trabajar juntas.

•Se queremos asegurarnos de que el planeta conserva su capacidad para mantenernos, tenemos que tomar otro tipo de decisiones y es que esta batalla no es sólo la de los votos, sino también la de los corazones y las mentes. Y los corazones y las mentes se alojan en los individuos, no en los gobiernos. Sólo estos pueden empujar a los gobiernos, por lo que hay que poner en marcha un nuevo modelo de ciudadanía comprometida y darnos cuenta de que la forma en la que vivimos afecta a todos los que nos rodean. Por ello tenemos que desarrollar nuevas formas de tomar responsabilidad.

•Continuaron viajando en bici, comiendo vegetariano, seguir sin tele, subiendo escalones, y como reconocía “ no se trata de meter tripa, sino de echar corazón. El ecologismo no tiene que ver con el medio ambiente, sino con las personas; consiste en lograr una vida mejor para la gente.

•Mantienen el blog que inició en Febrero 2007, dos meses después de tomar el compromiso. Toda su experiencia está narrada en un libro y en un documental.


Bajo impacto ecológico en Bélgica

A comienzos de mayo 2008 en la ciudad belga de Gante, Steven Vromman (1961), junto a sus hijos Adam y Marieke, se lanza a reducir al mínimo su huella ecológica en el planeta durante un año (low impact man). En concreto, pretendían quedarse con 1,6 hectáreas, que es el espacio que corresponde a cada ser humano dado el nivel de población actual y las hectáreas bioproductivas del planeta. De partida, Steven tenía una huella de 4,5 hectáreas, frente a la media belga de 5,6. Vive en un loft de 80 metros cuadrados en una antigua fábrica donde el termómetro rara vez sobrepasa los 15 º C, tiene piano de cola, ordenador, móvil, equipo de música.

 

Sus aportaciones:

•Compra local y de temporada, a los agricultores locales cargado con sus propias bolsas, botellas y fiambreras; el resto de la comida es con etiqueta ecológica; no compra productos congelados ni procesados (compra leche, pan y otros productos perecederos en tiempo);
•Adopción de un estilo de vida vegetariano;
•Reducción de basura a sólo 45 kg año (un 90% menos que el belga medio);
•Compostaje comunitario de los restos orgánicos con los vecinos;
•Recogida de las aguas pluviales del patio para usar en el inodoro (la sube con cubos). -No se ducha y se lava con agua de lluvia que calienta en cazuelas;
•Mantiene la temperatura de climatización de su hogar no superior a 15 ºC en invierno;
•Renunció a tener coche privado y va en transporte público y bicicleta; desplazamientos mínimos,
•Compra ropa y enseres de segunda mano e intenta consumir lo imprescindible;
•Uso mínimo de productos químicos, jabón y dentífrico, pero no champú;
•Aislamiento de ventanas u suelos;
•Electrodomésticos mínimos, aspiradora mecánica;
•No usar envases, y los pocos que utiliza se reutilizan, a su favor hay que decir que en la escuela de sus hijos (tendencia creciente en las escuelas belgas) han prohibido el papel de aluminio o de plástico para envolver comida;
•No compraba el periódico;
•Adquirió un sistema de generación energético basado en una bici estática en la que la energía del pedaleo de 30 minutos le permite una hora de conexión de su ordenador;
•Dejó de trabajar durante 6 meses para poder documentarse y asumir el estilo de vida que se proponía.

 

zoom

Los logros

•Durante doce meses, ha vivido utilizando menos de 14 litros de agua al día (un barcelonés utiliza una media de 110, y un belga 140), gracias a un estricto control de su consumo y el aprovechamiento del agua de la lluvia para la higiene personal y la limpieza.

•Conseguir un consumo de medio kilovatio de electricidad al día, es decir, 160 kWh al año, cuando el consumo medio por familia en Bélgica es de 3.500 kilovatios. Tiene una bicicleta equipada con una dinamo que le sirve para que mientras pedalée se cargue el móvil y el ordenador portátil.

•Reducción drástica del consumo de gas destinado sólo a cocinar los alimentos y climatizar la casa sólo hasta los 15 ºC.

•El proyecto ha dejado de ser un experimento para convertirse en un estilo de vida al que Steven no va a renunciar. Se declara “más feliz” que antes de empezar a vivir un estilo de impacto

•Gasta menos dinero (alrededor de un 20% menos, calcula) y esto le permite trabajar a media jornada –es asesor medioambiental–, lo que le deja más tiempo para estar con sus hijos. No descarta implicarse en la política local en el futuro para cambiar cosas también desde arriba.

•Se propuso reducir hasta 1,6 hectáreas que es menos de un tercio de la que deja un belga medio, o la mitad de la que contabilizaba antes de empezar su experimento, cuando ya llevaba un estilo de vida de bajo impacto, su esfuerzo le permitió llegar 1,93 hectáreas. Ha publicado un libro, mantiene un blog y se realizó un documental televisivo.

Salir de la Estupidez Consumista

lunes, 8 de febrero de 2010

0 comentarios

Para que reflexionemos, comparto con ustedes este excelente articulo. Están invitados a dejar sus comentarios.

 

Algún día los arqueólogos estudiarán los cementerios imperecederos de una sociedad consumista hasta morir. Entonces, se preguntarán cómo fue posible que una civilización avanzada, que había pisado la Luna y descifrado el código genético, pudiera ser tan insensata. Insensata consigo misma y con su entorno. Una sociedad incapaz de detener la fiebre consumista y progresar sin vaciar el planeta de recursos, a la vez que lo llenaba de venenos tóxicos en tierra, mar y aire. Debemos imaginar otra manera de vivir. Y lo curioso es que no hace tantas décadas en que todavía estábamos a tiempo de cambiar. Pero no lo hicimos. Entramos en la era de la estupidez y no hicimos nada. Mejor dicho, sí que hicimos: aceleramos la depredación y por consiguiente la contaminación. Algunos expertos dicen que ya no estamos a tiempo. Otros que no sabemos si la fiebre planetaria acabará con nosotros. Pero, sea lo que fuere, los seres humanos tenemos la capacidad para reflexionar y actuar en consecuencia. Y por todo el planeta hay buenos ejemplos de personas que nos invitan a cambiar desde su experiencia. Este texto es una modificación que circula por internet de un artículo original del escritor uruguayo Marciano Durán. Este artículo suyo es una inteligente reflexión para cambiar nuestro estilo de vida por uno más austero. La Redacción de terra.org ha querido ilustrarlo con imágenes y comentarios propios.

 

Me caí del mundo y no sé por donde se entra. (Para mayores de 30)

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

 

La ciudad de Barcelona (2009) ha cambiado todos sus contenedores de recogida selectiva  y de basura (más de 20.000) aún cuando estaban en perfecto estado. La razón: ¡modernidad!. Eso sí, dicen desde el Ayuntamiento que los venderán o donarán a ciudades más pobres. ¡El lujo también se recicla!

 

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡Nos están fastidiando! ¡Yo los descubrí! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 50 años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII).

El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De "por ahí" vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el "guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo", pasarse al "compre y tire que ya se viene el modelo nuevo". Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado. Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo. Pero por Dios.

 

El coche electrico EV1, una joya tecnológica que fue destruida por GM una vez se acabó el leasing con el que lo habían adquirido sus propietarios. Esta historia se cuenta en el dramático documental: ¿Quién mató al coche eléctrico?. Foto: ev1-club.power.net

 

Mi cabeza no resiste tanto

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo.

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos... ¡Cómo guardábamos! ¡Tooooodo lo guardábamos! ¡Guardábamos las tapas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas por la mitad- se convertían en sacapuntas para todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, ante la duda que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡Los diarios! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía "éste es un 4 de bastos".

 

Tenemos la naturaleza para imitar; como estas lombrices rojas que reciclan nuestros desechos orgánicos para convertirlos en rico humus fértil.

 

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡ni a Walt Disney!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: "Cómase el helado y después tire la copita", nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

 

Envases reutilizados para nuevos usos, un arte que aunque efímero y constructivo debería ser innecesario.

 

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡Ah! ¡No lo voy a hacer! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la "bruja" me gane de mano y sea yo el entregado.

La Madre Tierra nos Necesita…

jueves, 4 de febrero de 2010

2 comentarios

Nuestra Madre Tierra nos necesita, necesita que la ayudemos… ¿Que vamos a hacer?

Por favor, escuchémosla, hagamos los cambios necesarios a tiempo!! Ayudémosla!!

 

 

Compartan con todos sus amigos este video, concienticemos todo lo que podamos y comencemos a hacer el cambio.

Los invito a compartir con todos nosotros sus ideas, sus propuestas para cambiar. ¿Que están dispuestos a hacer? Dejen aquí sus ideas y comentarios.

Aprendamos de la Civilizaciones Pasadas

miércoles, 3 de febrero de 2010

0 comentarios

Para entender nuestro actual dilema ambiental, es de gran ayuda mirar a las civilizaciones que antes de nosotros también se encontraron en apuros en el tema ambiental. Nuestra temprana civilización del siglo XXI no es la primera en hacer frente a la perspectiva de un declive económico inducido por el medio ambiente. La pregunta es cómo responderemos.

Reacciones ejemplares en el pasado

Como precisa Jared Diamond en su libro Colapso, algunas de las anteriores sociedades que se hallaron ante un problema ambiental fueron capaces de cambiar sus modos de hacer a tiempo para evitar el declive y el colapso. Hace seis siglos, por ejemplo, los islandeses se dieron cuenta de que el pastoreo excesivo en sus montañas cubiertas de hierba llevaba a una pérdida extensiva de suelo en los suelos intrínsecamente finos de la región. En vez de perder los prados y enfrentarse a un declive económico, los granjeros se unieron para determinar cuántas ovejas podrían sostener las montañas y después asignaron cuotas entre ellos, preservando así sus prados. Su producción de lana y su industria de productos de lana continúa prosperando hoy.

El legendario declive de los Sumerios

No a todas las sociedades les fue tan bien como a los islandeses. La temprana civilización sumeria del cuarto milenio A.C. había avanzado mucho más que ninguna de las que había existido hasta entonces. Su sistema de irrigación cuidadosamente diseñado dio lugar a una agricultura altamente productiva, que permitió a los granjeros producir un excedente de alimentos y apoyar la formación de las primeras ciudades y de la primera lengua escrita, la cuneiforme.

 

zoom

Bajo cualquier aspecto se trataba de una civilización extraordinaria, pero había un defecto ambiental en el diseño de su sistema de irrigación, uno que minaría eventualmente su suministro de alimentos. El agua, aguantada tras las presas construidas a lo largo del río Éufrates, era aplicada sobre la tierra a través de una red de canales con un funcionamiento basado en la gravedad. Como con la mayoría de los sistemas de irrigación, parte del agua de irrigación se infiltró hacia abajo. En esta región, en la que el drenaje subterráneo era débil, esto provocó un lento levantamiento del nivel freático. A medida que el agua ascendía a sólo unos centímetros de la superficie, comenzó a evaporarse hacia la atmósfera, dejando, tras ella, sal. Con el paso del tiempo, la acumulación de sales en la superficie del suelo disminuyó la productividad de la tierra.

El cambio del trigo a la cebada, una planta más tolerante a la salinidad, pospuso el declive de los Sumerios, pero este cambio trataba los síntomas, no la causa, del descenso del rendimiento de sus cosechas. A medida que las concentraciones de sales continuaron acumulándose, las producciones de cebada disminuyeron también. La resultante escasez en el suministro de alimentos minó la que una vez fue una gran civilización. A medida que la productividad de la tierra declinó, también lo hizo la civilización.

La influencia de la disponibilidad de alimentos en el declive maya

La contraparte a los Sumerios en el Nuevo Mundo es la civilización maya, que se desarrolló en las tierras bajas de lo que ahora es Guatemala. Prosperó des del AD 250 hasta su colapso alrededor del 900 AD. Como los Sumerios, los Mayas habían desarrollado una agricultura sofisticada, altamente productiva, en este caso basada en parcelas elevadas de tierra rodeadas por canales que suministraban el agua.

zoom

Como los Sumerios, la desaparición de los mayas tuvo relación aparentemente con un fallo en el suministro de alimentos. Para esta civilización del Nuevo Mundo, fue la tala de árboles y la erosión del suelo, además de una serie de sequías, las que probable minaron la agricultura. La escasez de alimentos activó, al parecer, conflictos civiles entre varias ciudades mayas al competir por algo que comer. Esta región está cubierta hoy por la selva, recuperada por la naturaleza.

Ejemplos de los que aprender

Los islandeses cruzaron un punto de inflexión político que les permitió unirse y limitar el pastoreo antes de que el deterioro de los prados alcanzara un punto de no retorno. Los Sumerios y Mayas fallaron. El tiempo se agotó.

Hoy, nuestros éxitos y problemas se desprenden del extraordinario crecimiento de la economía mundial durante el siglo pasado. El crecimiento anual de la economía, que podía ser medido en miles de millones de dólares, ahora se mide en trillones. De hecho, tan sólo el crecimiento anual en los bienes y servicios producidos en estos últimos años excede la producción total de la economía mundial en 1900.

Mientras que la economía está creciendo exponencialmente, la capacidad natural de la tierra, tal como su capacidad de suministrar el agua dulce, los productos de bosque, y los mariscos, no han aumentado. Las demandas colectivas de la humanidad sobrepasaron por primera vez la capacidad de regeneración de la tierra alrededor del año 1980. Hoy, las demandas globales a los sistemas naturales exceden su capacidad de producción sostenible en casi 30 por ciento. Estamos cubriendo demandas actuales consumiendo los activos naturales de la tierra, preparando el escenario para su declive y derrumbamiento.

Nuestro consumo de recursos planetarios nos acerca inexorablemente al declive

En nuestra moderna y altamente tecnológica civilización, es fácil olvidar que la economía, de hecho nuestra existencia, es enteramente dependiente de los sistemas naturales y los recursos de la tierra. Dependemos, por ejemplo, del sistema climático de la tierra para un ambiente que sea hospitalario para la agricultura, del ciclo hidrológico para proveernos de agua dulce, y de procesos geológicos a largo plazo para convertir las rocas en los suelos que han hecho de la tierra este planeta biológicamente productivo.

Actualmente hay tantos de nosotros realizando unas demandas tan fuertes a la tierra que estamos saturando su capacidad natural de cubrir nuestras necesidades. Los bosques se encogen. El pastoreo excesivo convierte cada año áreas extensas de prados en desiertos. El bombeo del agua subterránea excede la recarga natural en países que acogen la mitad de la gente del mundo, dejando a muchas personas sin el agua adecuada.

 

zoom

 

Cada uno de nosotros depende de los productos y de los servicios proporcionados por los ecosistemas de la tierra, desde los bosques a los humedales, de los arrecifes coralinos a los prados. Entre los servicios que proporcionan estos ecosistemas se halla la purificación del agua, la polinización, el secuestro de carbono, el control de las inundaciones, y la conservación del suelo. Un estudio de cuatro años de los ecosistemas del mundo llevado a cabo por 1.360 científicos, el Millennium Ecosystem Assessment, informó de que 15 de 24 servicios primarios de los ecosistemas se están degradando o se están empujando más allá de sus límites. Por ejemplo, los tres cuartos de las pesquerías, una importante fuente de proteínas en la dieta humana, se están explotando al límite o más allá de él, y muchas se dirigen hacia el colapso.

Las selvas tropicales son otro ecosistema sometido a una gran presión, incluyendo la gran selva tropical del Amazonas. Hasta el momento aproximadamente el 20 por ciento de la selva tropical ha sido aclarada para acoger ganado o cultivos de soja. El otro 22 por ciento ha sido debilitado por las talas y la construcción de carreteras, dejando que la luz del sol alcance el suelo del bosque, secándolo, y convirtiéndolo en madera lista para quemar. Cuando alcanza este punto, la selva tropical pierde su resistencia al fuego y comienza a quemarse cuando es alcanzada por algún rayo. Los científicos creen que si se despeja o se debilita la mitad del Amazonas, éste puede ser el punto de inflexión, el umbral más allá de el cual la selva tropical no puede ser salvada. Daniel Nepstad, un científico establecido en el Amazonas, del Woods Hole Research Center, ve un futuro de “megaincendios” barriendo la cada vez más seca selva. Afirma que el carbono almacenado en los árboles del Amazonas iguala aproximadamente a 15 años de emisiones de carbono inducidas por los humanos en la atmósfera. Si alcanzamos este punto de inflexión habremos accionado uno de los principales fenómenos de retroalimentación del cambio climático, otro paso que podría ayudar a sellar nuestro destino como civilización.

Las presiones excesivas sobre un recurso dado típicamente comienzan en algunos países y después se extienden lentamente hacia otros. Nigeria y Filipinas, países que fueron una vez exportadores netos de productos de bosque, ahora son importadores. Tailandia, actualmente deforestada en gran parte, ha prohibido las talas. Lo  mismo ha hecho China, que está girándose hacia Siberia y los pocos países boscosos restantes en el sur-este de Asia, como Myanmar y Papua Nueva Guinea, para conseguir los troncos que necesita.

A medida que los pozos se secan, que los prados se convierten en desiertos, que se agotan las pesquerías, y que los suelos se erosionan, se fuerza a la gente a emigrar a otra parte, dentro de su país o más allá de las fronteras nacionales. A medida que la capacidad natural de la tierra es superada a nivel local, las posibilidades económicas en declive generan un flujo de refugiados ambientales.

Los países hoy están haciendo frente simultáneamente a varias tendencias ambientales negativas, algunas de las cuales se refuerzan entre ellas. Las civilizaciones anteriores tales como los Sumerios y los Mayas eran a menudo locales, y prosperaron y se derrumbaron de manera aislada respecto el resto del mundo. En cambio, o nos movilizamos juntos para salvar nuestra civilización global, o todos seremos víctimas potenciales de su desintegración.

 

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Adaptado del capítulo 9, “Feeding Eight Billion Well” en el libro de Lester R. Brown, Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization (New York: W.W. Norton & Company, 2008), disponible en www.earthpolicy.org/Books/PB3/index.htm.

El hielo se derrite mas rápidamente

martes, 2 de febrero de 2010

1 comentarios

Este articulo fue extraido de Terra.org

23 de diciembre de 2009, Alexandra Giese, traducción con permiso de Earth Policy Institute. - Del hielo marino del Ártico al interior del Antártico, hasta los picos montañosos de Perú, Alaska y Tíbet, el hielo se está derritiendo a una velocidad alarmante. La pérdida acelerada de las capas de hielo, del hielo marino y de glaciares es uno de los indicadores de mayor alcance y más llamativos de un clima que se está calentando.

La pérdida más notable de hielo de estos últimos años corresponde  a la reducción del hielo marino en el Océano Ártico. Desde los primeros datos registrados por satélites en 1979 hasta 1996, el área de hielo disminuyó a un índice constante del 3 % por década, debido al aumento de la temperatura. En la década siguiente, el área de hielo disminuyó un 11 %, alcanzando un mínimo dramático en 2007. En septiembre de ese año, el hielo marino ocupó solamente 3,6 millones de kilómetros cuadrados, un área el 27 % más pequeña que la bajada récord anterior (en 2005) y un 38 % más pequeño que el promedio 1979-2007. La cobertura del hielo marino del verano ha aumentado levemente durante los dos años pasados, pero está todavía lejos por debajo del promedio a largo plazo. (Véase la figura.)

 

El decrecimiento del hielo marino

Las reducciones en grueso y volumen del hielo son dramáticas. La combinación de estas reducciones ha llevado a una disminución de la cantidad de hielo que persiste en el Ártico a lo largo de las estaciones. El hielo permanente es más estable y menos susceptible a la desintegración que el hielo estacional fino, de breve duración, que se forma cada invierno. Entre 1987 y 2007, la cantidad de hielo de por lo menos cinco años de vida, ha caído a plomo a partir del 57 % a apenas un 7 %. Los cambios drásticos en la cubierta del hielo marino han llevado a los científicos de la University of Washington y de la National Oceanic and Atmospheric Administration a predecir que el verano de 2037 podría ser la primera vez que veamos un Ártico sin hielo en un millón de años. Otros científicos han predicho un Ártico en gran parte sin hielo para el verano de 2015.

El decrecimiento del hielo marino es una tendencia que se retro-alimenta debido a lo que se conoce como el efecto del albedo. El hielo refleja hasta el 70 % de la luz del sol que lo alcanza, mientras que el agua del océano refleja solamente el 6 % y absorbe el resto como calor. Esto significa que tan pronto como una pequeña cantidad de hielo marino desaparece y se expone el agua subyacente del océano, el sistema comienza a absorber más energía, lo que favorece un mayor derretimiento del hielo. Los peligros asociados a este escenario de calentamiento acelerado incluyen la destrucción rápida de los diversos ecosistemas que soportan los osos polares, las focas y las morsas, entre otros organismos; un deshielo de la tundra ártica, que puede lanzar copiosas cantidades de metano de gases de efecto invernadero; y el calentamiento creciente de Groenlandia.

 

zoom

 

 

Fotografía aérea de una isla frente la costa de Groenlandia. Fuente: Túrelio, Wikimedia Commons

 

El calentamiento de Groenlandia y el deshielo del Polo Sud

Los datos recogidos por los satélites indican que la capa de hielo de Groenlandia ha estado experimentando un derretimiento acelerado, particularmente durante las últimas décadas. De hecho, el derretimiento anual medio de Groenlandia entre 2002 y 2005 era el triple que el del período 1997-2003, y el área del derretimiento de verano en la capa de hielo ha aumentado el 30 % desde 1979. Durante estos últimos años, los cambios en las dinámicas del hielo debidos a temperaturas más altas han hecho que los glaciares fluyeran más rápidamente, conllevando una pérdida adicional de hielo. El agua del deshielo lubrica la base de los glaciares que transportan el hielo desde el interior al mar, lo que hace que su movimiento acelere (por ejemplo, la velocidad del glaciar más grande de Groenlandia se doblado en apenas cinco años). Los lagos superficiales propagan las fracturas a través de la capa de hielo a medida que drenan, lubricando aún más la base y debilitando la capa de hielo con una red de grietas. Y los glaciares se han estado rompiendo en el océano con fuerza suficiente para que se detecte en los sismómetros de todo el mundo. La frecuencia de estos “terremotos glaciales” ha aumentado durante estos últimos años; en 2005, por ejemplo, hubo sobre el doble de temblores que en cualquier otro año antes de 2002. Con todo esto, Groenlandia perdió 1.500 gigatoneladas de hielo entre 2000 y 2008, más agua que la que se utiliza en los hogares e industria de los EE.UU. durante un período de seis años.

En el hemisferio meridional, el Polo Antártico, también está dando muestras de que el clima se calienta. La pérdida anual de la masa de hielo del continente entero se ha más que doblado entre los períodos 2002-06 y 2006-09. En marzo de 2009, un pedazo de 400 kilómetros cuadrados de hielo se rompió de la capa de hielo de Wilkins, el décimo derrumbamiento de la capa de hielo en la península antártica recientemente. La rotura más notable fue la de la capa de hielo de Larsen B en 2002, de cerca de 3.000 kilómetros cuadrados, casi el tamaño de Rhode Island. La capa de hielo antártica del oeste (West Antarctic ice sheet -WAIS) perdió un 59 % más de hielo en 2006 de lo que perdió en 1996. El drenaje de flujo rápido de un glaciar del WAIS, el glaciar Pine Island, experimentó una cuadruplicación en su índice medio de pérdida de volumen entre 1995 y 2006. La capa de hielo Antártica del Este, anteriormente estable o aún ganando en masa, puede también estar encogiendo. Un reciente estudio de 2009 de Nature Geoscience señala una fusión neta de la capa de hielo desde 2006. Este nuevo descubrimiento se suma a los temores cada vez mayores del colapso total de la capa de hielo y la subida del nivel del mar. Con el deshielo creciente, los científicos dicen que el nivel del mar podría aumentar cerca de 2 metros antes de fin de este siglo.

 

El derretimiento de los glaciares de montaña en todo el mundo

Los glaciares de las montañas son mucho más pequeños con respecto a las capas de hielo polares, con lo que así, no plantean una amenaza importante para el nivel del mar del mundo. Pero debido a su proximidad e importancia para los establecimientos humanos, su deshielo también plantea un interés grave e inmediato. El deshilo de los glaciares de montaña pueden crear peligros como caídas de rocas, avalanchas, e inundaciones repentinas de los lagos glaciales; también tienen impactos significativos en las fuentes de agua dulce. En todo el mundo, la tasa anual media de derretimiento del glaciar de montaña se había doblado entre 1996 y 2005 en relación a la década anterior. El World Glacier Monitoring Service tituló el 2007, el último año para el cual los datos están disponibles, el décimo-octavo año consecutivo de retroceso para los 30 glaciares de referencia medidos desde 1976.

Los glaciares en el Himalaya y en la meseta tibetana componen el cuerpo más grande de hielo fuera de los polos y proporcionan agua a los sistemas fluviales más importantes de Asia, que suministran agua a más de 2.000 millones de personas. Esta agua es vital para beber y para irrigar las cosechas de trigo y de arroz en China y la India, las cosechas más grandes del mundo. Durante estos últimos años, los glaciares del Himalaya han estado retrocediendo a tasas que oscilaban entre los 10 a los 60 metros por año. Mientras desaparecen los glaciares, los flujos de los sistemas fluviales de la estación seca que dependan de ellos, pueden disminuir hasta el 70 %, convirtiéndolos en ríos estacionales. Los sistemas fluviales que están en riesgo incluyen los ríos Yangtzé, Amarillo, Indus, Ganges y Brahmaputra.

Los Andes, hogar del 90 % de los glaciares tropicales del mundo, también están experimentando un derretimiento rápido y una reducción del suministro de agua: entre principios de los años 70 y 2006, los glaciares peruanos y bolivianos perdieron cerca de la mitad de su superficie. En Perú, el derretimiento del glaciar y de la nieve proporciona el 80 % del agua dulce, usada no sólo para beber sino también para la hidroelectricidad, que suministra más del 80 % de la energía del país. En la vecina Bolivia, el gobernador de La Paz está anticipando ya severas escaseces de agua y preparando un programa para la migración fuera del capital. El glaciar de Chacaltaya de 18.000 años, hogar de la única estación de esquí del país, desapareció en 2009.

 

Evolución del glaciar Grinnell en el Glacier National Park, Montana, USA. Fotografías del glaciar (de izquierda a derecha) 1938, 1981 y 2005. Fuente: United States Geological Survey

 

Los glaciares del montaje Kilimanjaro de Tanzania, antiguos iconos culturales y espirituales, disminuyeron en área un 84 % entre 1912 y 2007, y continúan derritiéndose rápidamente. En Alaska, el 98 % de los glaciares está adelgazándose o retrocediendo actualmente. Y la fusión acelerada pone el Parque Nacional Glacier de Montana a punto de perder sus homónimos antes de 2020.

Esta tendencia actual de pérdida de hielo es alarmante, pero quizás lo más desconcertante es el hecho de que el derretimiento del hielo está ocurriendo a velocidades incluso más rápidas que los modelos que los científicos han predicho, lo que acentúa la necesidad de recortar emisiones antes de que el mundo vea toda la capa de hielo derrumbarse, inundaciones catastróficas de zonas costeras bajas, y gran escasez de agua y alimentos. Después de todo, en palabras del catedrático Johan Rockström de la Universidad de Estocolmo, “no sabemos cómo recongelar la capa de hielo de Groenlandia.”

Casa Ecológica: algunos tips para transformar nuetsro hogar.

lunes, 1 de febrero de 2010

2 comentarios

Hola a todos y todas!! Hoy el tema es convertir nuestra casa, en un hogar ecológico. Muchos me diran que eso lleva mucho dinero y que no pueden hacerlo. Es verdad, construir una casa ecológica, es muy costoso y no todos pueden hacerlo (yo si pudiera lo haría, pero por el momento, me es imposible). Pero esto no debe detenernos… Hay otras maneras de tener un hogar ecológico, sin mayores gastos de dinero. Aquí algunos tips:

 

¿Cómo ahorrar energía en la cocina?

  • 1. Utiliza siempre una cazuela que tenga la base más grande que la hornalla donde cocinamos, de esta forma no saldrá la llama por los lados.
  • 2. Cubrir la cazuela con una tapa, así se cocinarán antes los alimentos.
  • 3. Cuando vayas a cocinar en el horno, aprovecha para hacer varios platos a la vez con diferentes bandejas. No abrir la puerta del horno, para evitar perder calor.
  • 4. Es aconsejable tener una olla a presión para cocinar alimentos, ya que conservan el máximo de nutrientes y utilizan menos de la mitad del tiempo de cocción.
  • 5. Intenta en la medida de lo posible no utilizar plástico adherente para envolver los alimentos, es mejor guardarlos en fiambreras o envases aptos para comida.
  • 6. Tampoco es aconsejable utilizar papel de cocina para limpiar, siempre es mejor tener trapos de cocina de tela.
  • 7. Para envolver bocadillos o alimentos consigue papel encerado en sustitución del papel plástico o de aluminio.
  • 8. Coloca difusores en la salida de agua de los grifos para economizar agua. Hay varios modelos en el mercado.

En el baño

  • 1. En nuestros cuartos de baño tenemos normalmente infinidad de productos químicos que pueden llegar a ser perjudiciales para nuestra salud, sin ánimo de ser alarmistas, siempre es mejor pasarnos a los productos naturales.
  • 2. Si queremos que nuestro baño huela a limpio, podemos utilizar zumo de limón natural o vinagre que son poderosos desinfectantes y a la vez totalmente naturales. Evita comprar productos con olor a limón ya que contienen elementos artificiales no recomendables para dar aroma.
  • 3. Los ambientadores también son un foco de contaminación importante, muchos de ellos contienen paradiclorobenceno que es una sustancia que a grandes dosis puede resultar cancerígena.
  • 4. El papel higiénico blanco, normalmente está tratado con cloro, y puede retener residuos de dioxinas.
  • 5. Cuidado con los champús anticaspa, algunos contienen sulfuro de selenio, producto que se absorbe por la piel y puede resultar altamente perjudicial para la salud.

Decorar con sentido ecológico

1. Evita comprar muebles de maderas tropicales como caoba o teca.

  • 2. Si es posible, no te desprendas de los muebles que ya no quieres, intenta darlos a alguien que los reutilice.
  • 3. Los sofás que sean preferentemente de tela, no de piel de animales.
  • 4. No compres muebles de tableros aglomerados recubiertos de plástico, mejor de materiales naturales.
  • 5. Decora la casa de forma que las habitaciones donde más tiempo pases sean las de más luz, de esta forma ahorrarás energía.
  • 6. Los enchufes de corriente eléctrica es importante que estén lejos de las cabeceras de las camas o de los sitios donde estás tiempo sin moverte.

Ayudemos al Planeta!!!

Todos somos conscientes de la realidad que vive nuestro Medio Ambiente... Es hora de actuar. Por favor, hagan llegar el siguiente video a todas las personas que pueda. Entre todos podemos cambiar al Mundo y mejorarlo!!